El gato está en el
suelo, lo sé porque esta al lado mío parado sobre sus cuatro patas, es un gato
negro descolorido por el sol, me pregunto si yo también estoy descolorido, pero
tengo más gatas que ganas de levantarme del piso, aunque este duro el
pavimento.
Anoche cuando me caí de
mala gana sobre el pavimento perdí las ganas de que me sigan doliendo las
caídas de la vida y me quede dormido. La vida es un despilfarro por eso yo la
desperdicio desde donde estoy echado, el último despilfarro suele ser la muerte
o las ganas de seguir viviendo, depende que te llegue primero.
El gato me mira con
ojos de discurso, yo lo miro de reojo como diciendo: no tengo ganas de hacer un
mayor esfuerzo, el gato y yo somos callejeros, con excepción que el gato no
bebe, ni duerme de día, el gato sólo come porquerías, en eso nos parecemos, el
gato es penoso, vive una cíclope decepción; la vida lo eligió para que viva,
coma y duerma en la calle donde en realidad nadie muere, y esta destinado a
vagabundear por callejones y tejados. El gato pasa a ver ceremonias fúnebres,
competencias pedestres y otros desatinos urbanos que debe de soportar. Lo que
no esta obligado a hacer es; usar elementos-nocivos-alucinógenos para su
organismo, por lo tanto no ve visiones como yo, el gato contempla la realidad,
es un gato astuto y puede intuir el peligro, yo en cambio me entrego al peligro
cada noche, aparte de que tiene siete vidas, en cambio yo sólo tengo una mala
vida.
Un día de estos le diré
al gato: “nos vemos en la muerte” pero me quedara la duda si realmente nos
volveremos a ver ahí. Es un gato muy sañudo, se ensaña con la muerte pero a la
vez mira la vida con indiferencia, las tardes mientras se oculta el sol y él
está parado en algún tejado, desde ahí mira la vida y luego se pone a lamer una
de sus patas como quien deja de lado algo que verdaderamente no tiene la menor
importancia.
Quisiera pasar la
vida en un tejado, encontrarle más sentido a la espuma de la cerveza que estar
vivo y reírme de los dolores de la vida, pensar que todo será efímero como la
vida de una mosca en un basurero y acabar en el estómago del gato que visita
los basureros.
DE LA SERIE: LOS RELATOS DE GUALDO
De: Luis c. Torrico
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