lunes, 24 de agosto de 2015

EL GATO ESTÁ EN EL SUELO


El gato está en el suelo, lo sé porque esta al lado mío parado sobre sus cuatro patas, es un gato negro descolorido por el sol, me pregunto si yo también estoy descolorido, pero tengo más gatas que ganas de levantarme del piso, aunque este duro el pavimento.

Anoche cuando me caí de mala gana sobre el pavimento perdí las ganas de que me sigan doliendo las caídas de la vida y me quede dormido. La vida es un despilfarro por eso yo la desperdicio desde donde estoy echado, el último despilfarro suele ser la muerte o las ganas de seguir viviendo, depende que te llegue primero.

El gato me mira con ojos de discurso, yo lo miro de reojo como diciendo: no tengo ganas de hacer un mayor esfuerzo, el gato y yo somos callejeros, con excepción que el gato no bebe, ni duerme de día, el gato sólo come porquerías, en eso nos parecemos, el gato es penoso, vive una cíclope decepción; la vida lo eligió para que viva, coma y duerma en la calle donde en realidad nadie muere, y esta destinado a vagabundear por callejones y tejados. El gato pasa a ver ceremonias fúnebres, competencias pedestres y otros desatinos urbanos que debe de soportar. Lo que no esta obligado a hacer es; usar elementos-nocivos-alucinógenos para su organismo, por lo tanto no ve visiones como yo, el gato contempla la realidad, es un gato astuto y puede intuir el peligro, yo en cambio me entrego al peligro cada noche, aparte de que tiene siete vidas, en cambio yo sólo tengo una mala vida.

Un día de estos le diré al gato: “nos vemos en la muerte” pero me quedara la duda si realmente nos volveremos a ver ahí. Es un gato muy sañudo, se ensaña con la muerte pero a la vez mira la vida con indiferencia, las tardes mientras se oculta el sol y él está parado en algún tejado, desde ahí mira la vida y luego se pone a lamer una de sus patas como quien deja de lado algo que verdaderamente no tiene la menor importancia.

Quisiera pasar la vida en un tejado, encontrarle más sentido a la espuma de la cerveza que estar vivo y reírme de los dolores de la vida, pensar que todo será efímero como la vida de una mosca en un basurero y acabar en el estómago del gato que visita los basureros.


DE LA SERIE: LOS RELATOS DE GUALDO
De: Luis c. Torrico


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