Quiero llorar en una
bolsita de plástico, cerrar bien la bolsita y luego irla a dejar al mar para
que se vaya con la marea. Luego iré recordando la bolsita a momentos; cuando
este frente al espejo de mi peinador alisando mi cabello con la peineta, me
quedare mirando fijamente mis ojos en el espejo y recordare aquella bolsita que
se ha llevado mis lágrimas muy lejos, quizá termine sintiendo nostalgia, quizá
lo olvide pronto.
También la recordare cuando
revuelva la sopa intentando tomármela aunque no quiera hacerlo, mientras vaya haciendo
remolino con la cuchara, vendrá a mi mente aquella bolsita en la que deposité
mis lágrimas. Y quizá se hunda mientras recorre el mar y vaya a perderse entre
piedras y peces que terminaran enterrándola en el fondo, como se entierra una
vieja pena.
Si la bolsita llega a
tierra firme entonces mis lágrimas se abran salvado, y aquella manifestación de
mi dolor se perpetuara en el tiempo. Me siento conectada con mis lágrimas encerradas
en aquella bolsita donde quiera que se encuentren, quizá la bolsita haya
reventado y mis lágrimas hayan ido a parar al fondo marino, quizá un tiburón se
las haya tragado y también se haya puesto a llorar sintiendo mi dolor.
Lo más acertado es
pensar que aquellas mis lágrimas en la bolsita, únicamente sobrevivirán en
estas palabras y que cada vez que vuelva a leerlas, llorare recordando aquellas
mis lágrimas, aquel mi profundo dolor.
Nota: Con este relato
se da por concluida esta serie de: LOS RELATOS DE ELEONORA de
Luis c. Torrico.
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