Al final todo salió mal, se suponía que tenía que odiarlo por lo que me
hizo, y de hecho lo hice, bueno al principio, lo aborrecí como nunca antes, el
día que me dejó lo maldije y lo injurié ante mis amigas y amigos, jure hacerle
tragar tierra y hasta ahora no he tenido la oportunidad o no me he atrevido a
hacerlo.
Cuando por alguna desgracia tengo que hablar de su despreciable persona
me refiero a él como ese “bueno para nada”, muchos de mis examigos dicen que él
no tiene la culpa por completo, pero para mí él es el fondo del problema, para
mí sí tiene la culpa de todo y completamente, él se equivocó, él siempre se
equivoca, tenía que ser hombre.
Después de seis días de habernos conocido y al final de haberle entregado
3 años de mi vida, él me dejó y ese fue su terrible error, echar al basurero
todos los años que teníamos juntos lo ha convertido en mi peor enemigo, porque ha
destruido mi futuro y el suyo, y no sé si lo odio más por mí, por él o por
ambos, no sé si le tengo lástima. Sólo sé que lo odio y lo odiaré el resto de
mi futuro.
El sólo recordarlo me produce migraña, su nombre me enferma, las rolas
que le gustaba compartir en mi muro de Facebook me producen nauseas, quise
quitarlas pero no pude; desde siempre he odiado su horrible peinado, pero en
cambio acariciar su pelo me producía tal encanto, y su aliento me hace tanta
falta, que no sé…
Él es el enemigo y estoy cansada de ese estúpido, si ya me manché la boca
hablando mal de él entonces lo seguiré haciendo, ya lo injurie de mil maneras y
lo seguiré haciendo hasta cansarme. Cuando se tiene un enemigo así es para toda
la vida, lo miraré con rabia, escupiré al pasar por su lado, mis ojos se
llenaran de sangre si él me mira fijamente a los ojos y la sangre me hervirá
por dentro, y si provoca mi furia, no hay nadie quien me detenga en este mundo,
descargaré sobre él toda mi furia. El bien lo sabe porque me conoce como nadie.
Yo no soy condescendiente con nadie menos cuando se trata de mi enemigo
número 1, mi única motivación es acabarlo, así como el acabó con mis
esperanzas, mi único fin es odiarlo sin compasión. No quiero verlo más, lo
quiero lejos de mí. Ya no tengo miedo como en un principio, ya no me siento
vacía, al contrario me siento fuerte, me siento poderosa para enfrentarme a
este mi enemigo, y sé que puedo hacerlo; pero a pesar de eso mi corazón no
tiene la misma fortaleza para combatir en contra de mi enemigo, porque a pesar
de todo a este que es mi enemigo número 1, lo sigo amando.
DE LA SERIE: LOS
RELATOS DE ELEONORA
De: Luis c.
Torrico
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