miércoles, 5 de agosto de 2015

YO NO TENGO TALENTO, Y ELLA TAMPOCO


Yo la veo bailar con su delgada figura, la miro de puntillas girando como la figura que da vueltas en la cajita de música. Para ella la cajita de música es un set de televisión, para mí la pantalla del televisor es donde pasa su patética vida mostrando su armonía danzante, nada excepcional, así que cuando me aburre cambio el canal de televisión para ver el canal de dibujos animados que tanto dicen que le gusta a ella, y cuando eso también me aburre, porque solo me hace recordarla dando vueltas de puntillas, entonces salgo de casa y me voy de compras.

En la tienda de ropa, busco prendas ceñidas al cuerpo, una por una me pruebo cada prenda, cada blusa, falda o pantalón, pero cada vez que modelo en frente del espejo con esas prendas solamente llego a una conclusión; que yo no tengo talento para vestir bien la ropa. Serán mis piernas, será mi pequeño busto. Pero ella ni siquiera tiene busto y aun así le queda bien la ropa cuando la modela, el caso es que yo para eso de la ropa, el buen vestir y modelar no tengo ningún talento. Y al final me vuelvo a casa sin haber comprado nada en absoluto y me quedo pegada a la pantalla de televisión para no pensar en nada, aunque lo este pensando.

Ella tiene piernas de contorsionista, pero eso no es suficiente para decir que tiene talento, es rubia y pálida, exagera sus mímicas y sus muecas pero eso no es talento, sus muñecas las mueve de tal manera que sus manos parecen abanicos en el aire pero no aplauden cuando la aplauden porque ese no es su talento, dicen que no estudia y solamente baila, ser tonta y retrasada no creo que sea su talento.

Yo no soy ni más alta ni más gorda que ella, pero no sé bailar y tampoco se vestirme bien. A veces me visto de tal manera que parezco más un chico que una chica, y a veces ni me visto, solo me quedo mirando la ropa porque sé que no me queda, a veces tengo que recortar los pantalones para que no se vean más largos, a veces tengo que meter unas puntadas a los costados de las blusas para que se ciñan a mi cuerpo y a veces tengo que romper la ropa y echarla al basurero para no sentirme tan frustrada después de haberla arruinado.

Por ese motivo, a partir de ahora he decidido que, cuando tenga que ir a comprar ropa, mejor me quedo en casa viéndola a ella en la televisión. Lo que me consuela es que ella tampoco tiene talento para lo que está haciendo, aunque digan lo contrario. Y me quedo en casa porque odio ir de compras.

¿Por qué odio ir de compras?
Porque nada me queda.

DE LA SERIE: LOS RELATOS DE ELEONORA
De: Luis c. Torrico 


No hay comentarios:

Publicar un comentario