Yo la veo bailar con su delgada figura, la miro de puntillas girando como la figura que da vueltas en la cajita de música. Para ella la cajita de música es un set de televisión, para mí la pantalla del televisor es donde pasa su patética vida mostrando su armonía danzante, nada excepcional, así que cuando me aburre cambio el canal de televisión para ver el canal de dibujos animados que tanto dicen que le gusta a ella, y cuando eso también me aburre, porque solo me hace recordarla dando vueltas de puntillas, entonces salgo de casa y me voy de compras.
En la tienda de ropa, busco prendas ceñidas al cuerpo, una por una me
pruebo cada prenda, cada blusa, falda o pantalón, pero cada vez que modelo en
frente del espejo con esas prendas solamente llego a una conclusión; que yo no
tengo talento para vestir bien la ropa. Serán mis piernas, será mi pequeño
busto. Pero ella ni siquiera tiene busto y aun así le queda bien la ropa cuando
la modela, el caso es que yo para eso de la ropa, el buen vestir y modelar no
tengo ningún talento. Y al final me vuelvo a casa sin haber comprado nada en
absoluto y me quedo pegada a la pantalla de televisión para no pensar en nada,
aunque lo este pensando.
Ella tiene piernas de contorsionista, pero eso no es suficiente para
decir que tiene talento, es rubia y pálida, exagera sus mímicas y sus muecas
pero eso no es talento, sus muñecas las mueve de tal manera que sus manos
parecen abanicos en el aire pero no aplauden cuando la aplauden porque ese no
es su talento, dicen que no estudia y solamente baila, ser tonta y retrasada no
creo que sea su talento.
Yo no soy ni más alta ni más gorda que ella, pero no sé bailar y tampoco
se vestirme bien. A veces me visto de tal manera que parezco más un chico que
una chica, y a veces ni me visto, solo me quedo mirando la ropa porque sé que
no me queda, a veces tengo que recortar los pantalones para que no se vean más
largos, a veces tengo que meter unas puntadas a los costados de las blusas para
que se ciñan a mi cuerpo y a veces tengo que romper la ropa y echarla al
basurero para no sentirme tan frustrada después de haberla arruinado.
Por ese motivo, a partir de ahora he decidido que, cuando tenga que ir a
comprar ropa, mejor me quedo en casa viéndola a ella en la televisión. Lo que
me consuela es que ella tampoco tiene talento para lo que está haciendo, aunque
digan lo contrario. Y me quedo en casa porque odio ir de compras.
¿Por qué odio ir de compras?
Porque nada me queda.
DE LA SERIE: LOS RELATOS DE
ELEONORA
De: Luis c. Torrico
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