martes, 11 de agosto de 2015

SOY UNA MEZCLA DE JUEGOS Y DESEOS


Soy una mesa caliente, una mezcla de juegos y deseos, soy una preñada de ardores, soy unos pechos llenos, y son tantos mis anhelos en este momento…

Amarrada en un biombo, desde ahí veo tus botas lustrosas, tengo mis rodillas tapadas por mi ropa interior y mis nalgas desnudas. Mi espalda esta fría, esperando tus azotes, no me dejes tan fría, déjame colmada, calmosa, satisfecha, ebria de dolor, porque esta necesidad incontenible que tengo no cabe un minuto más dentro de mi ser.

Yo era tan pasiva, tan miserable, tan poco humana. Hoy soy tan distinta; he dejado de tener miedo, he dejado de pensar en mí, he sentido el sabor de la sangre, he aprendido a convivir con la sangre y me parece que he aprendido a vivir de una manera más digna que antes.

Ahora quiero perder mi voluntad en tus azotes, quiero caer por voluntad de tus brazos, quiero asomarme a ver solamente la punta de tus botas y que tú me mires hacerlo. Quiero mirar tus botas demostrando severidad y determinación mientras me llegan tus azotes.

Quiero sentir tu fuerza, tu alegría, quiero que te regocijes con mi entrega. Quiero que mi cuerpo sea todo un festejo en tu honor, mi cuerpo es tu mesa servida, sírvete de ella, en mi cuerpo te puedes divertir con todos tus deseos, lléname de ti, demuéstrame tu juego, rompe la carne, lléname de tus deseos, sácame todos los dolores afuera, exorcízame, corrige mis errores como el de haber nacido, amánsame, y déjame los pechos llenos de un dulce dolor que me haga sentir tan viva como un ángel, fórjame en cada azote, moldéame con tu fuerza, hazme a tu voluntad, quiero ser otra.

Quiero ser ella a la que diste un nombre, aquella que concebiste, aquella a la que diste de beber de tus pechos, la que creías que estaba muerta. Soy la que resucitaste a golpes después de su agonía, quiero sentir el implacable placer de tu látigo en mi piel, abre un surco, deja que la sangre encienda la pasión, empuña bien tu látigo, golpea una vez más que aun mi espalda reclama por ese chasquido que producen las puntas de tu látigo al quebrar la piel.

Reclamo sentir tu fuerza, tu exaltación, tu poder. Porque quiero ser capaz de sentir al menos dolor y así poder sentirme viva.


DE LA SERIE: LOS RELATOS DE ELEONORA
De: Luis c. Torrico 


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