Soy una mesa caliente, una mezcla de juegos y deseos, soy una preñada de
ardores, soy unos pechos llenos, y son tantos mis anhelos en este momento…
Amarrada en un biombo, desde ahí veo tus botas lustrosas, tengo mis
rodillas tapadas por mi ropa interior y mis nalgas desnudas. Mi espalda esta
fría, esperando tus azotes, no me dejes tan fría, déjame colmada, calmosa,
satisfecha, ebria de dolor, porque esta necesidad incontenible que tengo no
cabe un minuto más dentro de mi ser.
Yo era tan pasiva, tan miserable, tan poco humana. Hoy soy tan distinta;
he dejado de tener miedo, he dejado de pensar en mí, he sentido el sabor de la sangre,
he aprendido a convivir con la sangre y me parece que he aprendido a vivir de
una manera más digna que antes.
Ahora quiero perder mi voluntad en tus azotes, quiero caer por voluntad
de tus brazos, quiero asomarme a ver solamente la punta de tus botas y que tú
me mires hacerlo. Quiero mirar tus botas demostrando severidad y determinación
mientras me llegan tus azotes.
Quiero sentir tu fuerza, tu alegría, quiero que te regocijes con mi
entrega. Quiero que mi cuerpo sea todo un festejo en tu
honor, mi cuerpo es tu mesa servida, sírvete de ella, en mi cuerpo te puedes
divertir con todos tus deseos, lléname de ti, demuéstrame tu juego, rompe
la carne, lléname de tus deseos, sácame todos los dolores afuera, exorcízame,
corrige mis errores como el de haber nacido, amánsame, y déjame los pechos
llenos de un dulce dolor que me haga sentir tan viva como un ángel, fórjame en
cada azote, moldéame con tu fuerza, hazme a tu voluntad, quiero ser otra.
Quiero ser ella a la que diste un nombre, aquella que concebiste, aquella
a la que diste de beber de tus pechos, la que creías que estaba muerta. Soy la
que resucitaste a golpes después de su agonía, quiero sentir el implacable
placer de tu látigo en mi piel, abre un surco, deja que la sangre encienda la
pasión, empuña bien tu látigo, golpea una vez más que aun mi espalda reclama
por ese chasquido que producen las puntas de tu látigo al quebrar la piel.
Reclamo sentir tu fuerza, tu exaltación, tu poder. Porque quiero ser capaz
de sentir al menos dolor y así poder sentirme viva.
DE LA SERIE: LOS
RELATOS DE ELEONORA
De: Luis c.
Torrico
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