Ven, toma asiento conmigo,
vamos a hablar, cuéntame tus sueños, háblame de tus traumas. Grita, patalea,
llora, ven no te vayas, aun no te he abrazado, seca tus lágrimas y comencemos
otra vez…
Hace poco descubrí a la intérprete de mis ficciones y pesadillas en el
espejo, ella me dijo: mírame
profundamente a los ojos, y yo la miré.
-aguanta la respiración un rato,
y yo la aguanté.
-cántame aquella canción que cantas
en las noches mientras te acomodas en posición fetal abrazando tus piernas en
tu pecho, y yo se la canté.
Luego ella dijo; “cálmate y comienza
otra vez” y cada noche lo mismo. Al final, las dos acabábamos calmadas en
la cama, las dos con nuestras piernas abrazadas en la barriga, cantándonos.
_____________
Al día siguiente, me levanté tranquila, como siempre me perdí el
desayuno, ese era mi soberano gusto, nada inaudito, nada de otro mundo excepto
para esta familia.
Y luego ella estaba esperándome en el espejo, nos miramos por un instante
a los ojos sin decir nada, sin buscar nada en la otra, nos acercamos sin
pretender nada en absoluto, lo triste
era saber que estábamos vacías. Para intentar llenar nuestro vacío, nos
confundimos en nuestras pupilas por un momento, y antes de perderme por
completo en sus ondas pupilas, ella dijo:
-Luego de acompañarte desconsoladamente
todas estas noches, voy a leerte mis conclusiones:
Alguien arruinó nuestra vida el
momento que nacieras, en las noches es cuando se acrecienta más tu ansiedad y te
sientes terriblemente enferma y asqueada de la vida, pero siempre es de noche
para ti, has bajado las persianas de la vida y has llegado hasta aquí para
ocultarte de todo y de todos, matas el tiempo llenando hojas inútilmente, en
realidad lo trágico y patético de tu vida nadie lo sabrá porque nadie leerá
entre líneas, entre el vacío de las páginas y las palabras que escribes
inútilmente. Pero, ¿Cuánto dolor te tragas en silencio? Es difícil saberlo, tus
arranques de furia, tus lágrimas y lamentos no dicen nada porque quedan entre
las cuatro paredes de tu dormitorio, todo te lo tragas en silencio, todo lo
llevas muy dentro de ti y lo cargaras contigo hasta el final de tu vida.
Eres una bomba de tiempo,
reventaras llevándote a ti misma, eres tu propia terrorista, combates tu
pequeña pérdida y cada día recibes un revés de la vida; vistes un poema triste
todas las mañanas y lo sales a combatir a la calle, a sabiendas que perderás y
que volverás cubriéndote el rostro con las manos, tragándote las lágrimas de
pura rabia. Pero aun así eres irreverencia consumada, y así sales de casa, y así
caminas por las calles solitaria, y así pasas hambre, y aun así subsiste tu
silencio.
Pequeña suicida, a nadie le
interesará si te apareas como una loca sin esperar nada a cambio, a nadie ya le
dolerá si te embriagas y pierdes el sentido, si deambulas por las calles con
los ojos vidriosos y llorosos, o solamente si vas aguantando la resaca con la
garganta seca bajo el sol de la mañana, estas matándote a medias y por eso voy
a hacer algo por ti.
Ha llegado y es el momento, de
soltarse, voy a caminar junto a ti a la vereda de este camino que llamamos
vida. Voy a andar contigo donde siempre es de noche, con tus ojos de ebria voy a
deambular siempre a tu lado y en el frío, sin rumbo. Buscando un precipicio vamos
a arrancar puro lamento del silencio, vamos a perdernos caminando largas horas hasta
sacarnos el miedo de vivir, y caminaremos hasta temblar de frío, hasta sacarnos
ampollas en los pies, hasta que nuestras penas se vuelvan invisibles y como dos
insensibles dejemos de sentirlas.
Y cuando lo encuentre, no
dudare en seguir adelante, simplemente voy a cerrar los ojos y voy a soltarme
de tu mano para caerme.
Voy a caerme, voy a caerme, muérete conmigo.
DE LA SERIE: LOS
RELATOS DE ELEONORA
De: Luis c.
Torrico
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