miércoles, 9 de septiembre de 2015

ALREDEDOR DE LA MESA CON TAO, MIRA Y LA ALT LIT


En nuestra mesa hay bebidas de diferente calibre, desde cerveza verde, negra, ron de caña, ron de lata y ron de botella plástica, y otras bebidas con botellas estrambóticas, unas frituras de bolsa, nachos de bolsa, y papas fritas de paquete cilíndrico; todas abiertas con anterioridad y sin fecha de caducidad a la vista, hay también fotografías antiguas, esas en papel y a todo color y hay fotos más recientes en pantallas de Smartphone, hay finalmente unos cigarrillos encendidos y unas cuantas píldoras perdidas entre tantas cosas puestas sobre la mesa.

Faltó decir que estábamos leyendo pasajes de la novela de Tao Lin, y los infaltables poemas de Mira Gonzales entre otros grandes de la ALT LIT. Sus textos viajaban entre las pantallas de nuestros Smartphone (cabe aquí agradecer a los blogueros, traductores y demás que hacen posible tener estos textos al alcance de la mano). 

Entre las lecturas de nuestras pantallas vienen los tragos y las fumadas de nuestros cigarros. El verso de la boca vuela junto al humo del cigarro por el aire, solo que el verso no se disipa, el verso permanece, es el verso afilado de Mira que nos inspiran consumir tragos llenos sin siquiera expulsar el humo de nuestros cigarros.

Y esa melancolía hecha prosa de Tao nos pone esquivos, atolondrados, perdidos en una desolada tristeza ajena; y un verso anónimo encontrado en los comentarios nos deja secos, con los semblantes pálidos, perdidos un poco en el alcohol otro poco en la ignorancia.

En ese momento recordé una novia que tuve, era tan floja para la lectura que se pasaba la vida viendo MTV agarrada de una pipa y una botella de wiski siempre a medio llenar, a las tres de la tarde ya andaba tan perdida que se reía de los anuncios publicitarios y lloraba a las tres de la mañana con cada ruido que provenía de la calle mientras se quejaba sentada por no poder dormir con la luz apagada.

Recuerdo también una amante que tuve, para ella, llegar a la cama siempre era la primera vez, ocultaba sus pequeños pechos cruzando los brazos encima, ocultaba sus ojos picaros bajo unas gruesas gafas, pero lo que nunca ocultaba aunque si lo disimulaba, eran las ganas que sentía por repetir una y mil veces su primera vez en la cama; para luego terminar acomodándose desnuda sobre la cama, y ponerse a leer poemas románticos en una de sus páginas web favoritas.

De repente el mundo nos deja tan solos alrededor de la mesa; el uno se sumerge en el humo de su cigarro, el otro se queda repitiendo una y otra vez el mismo verso intentando acabarlo y el más mundano se ahoga entre el alcohol y las píldoras que ha encontrado encima la mesa, y yo, siento que la imaginación es gorda y la creación absurda, tonta la floja y letrada la inocente, pero ninguna ajena a la soledad y su desdicha, porque la soledad nos consume a todos por igual, de eso no queda duda.  


DE LA SERIE: LOS RELATOS DE GUALDO
De: Luis c. Torrico

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