DE: Gustavo L. Ruiz
En cierta granja al sur de las sierras de Buenos Aires, vivía
un joven y atlético gallo.
Según cuenta la leyenda “Batarazo” así se llamaba el joven y valiente gallo, era la única esperanza para la granja. Desde hace un tiempo atrás la granja era víctima de feroces secuestros eventuales.
El autor de esos sangrientos secuestros era la criatura, así
bautizaron a un sanguinario gato montés que venía y se llevaba a los más
cachorros, ya sea chanchito, cabritos pollitos y a cualquier especie que
habitaba la granja. Ya cansado de esas fechorías Batarazo comenzó a entrenar
con los pollos ninjas y con todos los guerreros más reconocidos, prácticamente
se volvió imbatible, era el elegido, el único capaz de enfrentar a la criatura.
Día y noche entrenando muy duro sin descansar, dispuesto a
vengar a su gente, ya todos confiaban en su victoria, era solo cuestión de
esperar que la criatura ¡ataque!
La madre de batarazo no estaba muy convencida de aceptar ese
combate, entonces le dijo a su esposo (el gallo líder) que trate de convencer a
su hijo para que no pelee con la bestia.
—Batarazo… ven traje a una persona para que hable con vos—
dijo el gallo padre
—Padre, sé lo que intentas hacer, la decisión está tomada—
agrego el joven.
En eso, ve entrar al gallo más famoso de la granja, el más
famoso de toda la zona, de todo los tiempos, era el único gallo que enfrento a
la criatura, el único que se animó a combatir ferozmente, era la leyenda.
Ya anciano el gallo leyenda se acerca con bastón y con sus
cicatrices lentamente.
—Ohh, la leyenda en persona!!— dijo Batarazo
—Quiero hablar con el muchacho a solas— con una suave voz le
dijo la leyenda al gallo padre.
Una vez a solas la leyenda se acerca a batarazo y le dice al
oído.
—No lo hagas, no tienes ni la mínima chance de vencer.
— ¿Pero? Tú que estás lleno de cicatrices de esa feroz
pelea, no puedes decirme eso— dijo batarazo.
—Ves esta cresta rota y mutilada, bueno me la hice con el
alambre de púas, mientras intentaba huir de la criatura— confeso el hasta
entonces leyenda.
— ¿No era que luchaste?—pregunto desorientado batarazo
—No, al ver en persona a esa feroz criatura solo quise huir,
pero nadie lo sabe— seguía confesando la leyenda.
—No te preocupes no diré nada, pero yo si venceré—agrego convencido batarazo.
—No tienes ninguna oportunidad, te despedazara en el aire
solo con su gran cola negra. —decía el anciano
—Ve anda anciano, no te preocupes por mí, traeré su cuerpo
arrastrado, se lo prometí a mi pueblo y así será— concluyo la charla el gran
Batarazo.
Como los días pasaban y no aparecía la criatura, el joven
guerrero tomó la determinación de ir en su busca. Eso lleno de emoción a toda
la granja, era realmente valiente el joven gallo. Y la Gallinas jóvenes
susurraban su nombre.
Fue así que una madrugada se prepara con sus armas, se pone
una vincha y va en búsqueda de la muerte, lo acompañan dos gallos espartanos
que eran de la guardia.
Y así la granja ve como los tres elegidos se pierden
lentamente en el horizonte.
Dos horas caminando y los tres sienten un gran rugido, tan
fuerte y tan tenebroso que los dos guardianes escaparon sin mirar atrás,
Batarazo se tira al suelo y de entre unas ramas lo ve…
Una horripilante criatura enorme con unos dientes que
parecían dagas y unas garras que solo ofrecían MIEDO. Estaba peleando con otro
gato montés y venció la criatura sin problemas y siguió caminando. Batarazo
estaba anidado en el suelo temblando de miedo, tanto entrenamiento y ¿para qué?,
pensó, el miedo pudo más que su valentía y no pudo siquiera ver la pelea entre
las dos criaturas.
Después de un largo rato pensó que quedaría como un cobarde
y entonces se le ocurrió una idea, amarro al gato montés vencido por la bestia
y lo arrastro camino a la granja.
Antes de entrar se revolcó un poco en el piso y se puso la
sangre del derrotado gato en la cara.
Los animales de la granja al verlo entrar con el animal
arrastrado como lo prometió, irrumpieron en un enorme aplauso y gritos. Bravo,
bravo, el batarazo venció a la criatura. Era todo alegría y emoción, todos
felices, se acerca el anciano, mira a la criatura de cola blanca y mira a
Batarazo.
—Tu secreto será bien guardado, supongo que el mío también— le dice en voz baja Batarazo.
—Tu secreto será bien guardado, supongo que el mío también— le dice en voz baja Batarazo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario