De: ZahoryEtoile
En la obscuridad de la noche, perlas de olvido iluminan mi
rostro, una silueta vaga se aprecia entre las sombras, un recuerdo, me azota
con violencia, dejando las sombras atrás y arrastrándome a la luz.
Durante el período negro, me sentía tranquila; en la inconsciencia no había dolor, no había placer, no había nada... Hace unos instantes a penas, era tan solo una niña.
Era una niña indefensa, una niña pérdida, una niña pequeña;
que fue engatusada por la astucia de un lobo veterano, que con artimañas deseó
hacerse de su candidez, de su virtud, de su inocencia…
Y la lleva a preguntarse ¿Será que debo hacerlo?... ¡Pero ya
es muy tarde! ¡Lo ha hecho! ¡Ha sucumbido a los placeres de la carne! ¡Ha
dejado su voluntad a un lado y ha regalado su más preciado acto de inocencia!
Un beso robado, ha hecho que deje de ser una niña y comience
a ser una mujer… después del beso, ha rodeado su cintura… -De no haberlo
permitido, de no haber correspondido, no lo habría perdido todo-, después del
beso, la ha estrechado entre sus brazos, después del beso ha hecho que ella
perdiera la cabeza con sus palabras de amor, con su voz ronca y autoritaria,
con su don de mando y su excelente hacer… después del beso.
La sucesión de hechos ha sido como un torbellino, ha perdido
la compostura, ha ocurrido en medio segundo, el calor, -ardía por dentro- la
agitación, -sentía el corazón en los oídos- la incertidumbre, -de lo que
proseguía- crearon el momento perfecto para el querer.
Sentía incendiarse por dentro, sentía que se ahogaba en sí
misma y se ha dejado deslizar en el mullido sofá. Ha permitido que él husmeara
bajo su falda, que él allanara en su intimidad. El beso, ese beso fue su
perdición, fue ahí donde perdió el interés en las muñecas, fue ahí donde el
"jugar al te" se extinguió, todo lo perdió, todo se acabó.
Su humanidad jamás volvería a estar intacta, siempre haría
falta algo, ese algo, esa estrechez de su ser, de su mente, porque ahora su mente
se abría paso ante las dudas, ante el deseo de experimentar, su cuerpo se abría
paso ante las ganas, de ser y hacer; se disputaba dentro de sí misma, una pelea
interminable, entre el deseo de esa deliciosa fricción, de esa
"petite-mort", de ese ejercicio vigoroso, contra el deseo de querer
hacer lo correcto... ahí reside todo, lo bueno, lo malo, siempre en una
balanza, siempre en igual cantidad y dándole a uno la opción de elegir, ¿Qué desea
uno hacer? ni ella misma lo sabe, porque no ha decidido si corromperse más de
lo que ya lo ha hecho, o intentar en la medida de sus posibilidades, hacer
"lo correcto" con los restos que quedan de ella.
Todo por culpa de ese beso, por culpa de aquel momento de
debilidad, por culpa de ese calor, de ese temblor en las piernas, de ese vació
en el estómago, de ese palpitar de su corazón reventándole los oídos, todo por
culpa de ese aliento mentolado, de esa saliva cálida y vigorizante, de esas
manos que después de estar tan lejos, dejaban a su paso llamaradas de calor, pues
de repente estaban por doquier, todo por culpa de ese cuerpo que la presionó
contra el sofá... todo por su culpa... todo por mi culpa.
¿Y ahora? ¿Ahora qué? ¿Qué prosigue después de haber hecho
lo que ha pasado? ¿Qué debo hacer después de haberme entregado? ¿Después de
haberlo disfrutado? ¿Después de haber pedido más?... Nada queda, más que
sucumbir de nuevo a la obscuridad de la noche, solo sumergirme en el período
negro del que he despertado, arrullarme con la suave cadencia de su respiración
y su corazón latiendo en mi oído, permanecer como estoy, quieta y rodeándolo
con mis brazos, esperando el amanecer, esperando que no quiera irse, y que si
se va, me regale un poco más de él, para colorear mi insípida vida, que no
volverá a ser la misma, porque no habrá más muñecas, ni más juegos de té,
porque ya no quiero jugar, ahora lo quiero hacer realidad.
Tal vez lo habré perdido todo, pero me encontré a mí misma,
me gusta y no pienso cambiar.
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