DE: Gustavo L. Ruiz
Había una vez, un perro que era muy rico. No le faltaba
nada. Tenía una gran cucha especialmente diseñada por los mejores arquitectos
de la zona. Siempre vestía con chalecos y corbatas, comía los mejores manjares,
hasta tenía una heladera y una cocina donde guardaba los mejores huesos traídos
por sus dueños de Europa. Era muy soberbio, y le molestaba que los niños se le
acerquen a su cucha. Siempre caminaba erguido por los alrededores con el hocico
parado y sacando pecho, mirando de reojo a los demás perros.
Enfrente vivía un perrito en una cucha muy humilde, y todas
las mañanas, con su gran regadera de plástico, regaba una rosa verde que creció
junto a su puerta.
Tanke, así se llamaba el perrito, era muy bueno con los niños y todos lo querían mucho en el barrio. Era alegre, juguetón y siempre estaba contento.
Al perro millonario de enfrente, que se hacía llamar Mister Perro, no le gustaba que todos los niños siempre estén jugando con Tanke.
Mister Perro entonces decidió que quería una rosa igual a la
de Tanke.
Llamó a sus amigotes y les ofreció mucho dinero a quien
lograra traerle una rosa igual que la de Tanque. Los amigotes de Mister Perro
estuvieron buscando por varios días, pero no encontraron nada.
Entonces Mister Perro mandó a fabricar una rosa verde de
plástico muy linda, pero los niños seguían sin acercarse a su cucha, y furioso
Mister Perro se comió su rosa de plástico.
Así decidió ponerse un antifaz y por la noche, con una
tijera cortó la rosa de Tanke y la plantó cerca de su cucha.
Por la mañana, Tanke al no ver su rosa verde se puso triste,
y cruzó en frente a preguntarle a Mister Perro si había visto quien se llevó su
rosa. Grande fue su sorpresa al ver que Mister Perro estaba regando una rosa
verde parecida a la de él.
Tanke volvió triste a su cucha. Pero a los pocos días la
rosa se marchitó y otra rosa verde creció junto a su cucha.
Nuevamente los niños jugaban alrededor de la cucha de Tanke.
Mister Perro miraba y no comprendía que fue lo que falló. Se
puso a llorar y al verlo, Tanke se le acercó y le dijo: “la rosa verde crecerá
junto a tu cucha solo si eres un perro bueno, juguetón y alegre”.
“Ahora entiendo”, dijo Mister Perro, “de ahora en adelante seré
un perro bueno. No me llamaré más Mister Perro, usaré mi verdadero nombre que
es Moky, y seré bueno, siempre bueno…”.
Y a los pocos días sé lo veía a Moky regando su linda rosa
verde.
FIN
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