Pies desnudos de una
muchacha que estoy mirando, imagino el frío que sienten sus pies y es que los
trae descalzos, pero en cambio oculta partes simples de su cuerpo que bien
podrían ir desnudas y a la intemperie, sin embargo ella prefiere esconderlas. Quizá
sea su nariz aguileña y no se siente cómoda con ella, tendrá los ojos hundidos
y con ojeras, sus labios quizá sean demasiado cortos o su boca demasiado grande
o quizá haya recibido demasiados besos, sus manos en cambio las imagino
huesudas, tal vez sus dedos estén deformes o sus uñas estarán maltratadas, a lo
mejor ya tiene las manos demasiado ajadas y por eso decidió ocultarlas, lo
cierto es que esta muchacha oculta partes muy simples de su cuerpo.
Ella en realidad es sólo
una chica asustada por ciertas partes de su cuerpo, dicen que a todos nos
sucede en la adolescencia, pero en su caso nada es usual, nada es casualidad,
mero destino quizá, pero no hay que ser mezquinos, no hay porque adelantarse,
que sea ella quien nos lo cuente en su momento.
Mientras tanto, la
dejaremos envolverse en su velo de misterio y dejaremos que ella misma sea
quien escriba su destino aunque con las manos enguantadas. No obstante, el
resto de su cuerpo ya no es un misterio.
Ella nos deja contemplarla,
pero en cuanto alguien busca su rostro para mirarla directamente, ella se
aleja, su bello y bien cuidado pelo es lo único que conocemos aparte de su
hermosa y radiante piel blanca. Y ambas cosas bien podrían decirnos mucho de
ella, pero es más el misterio de las simples partes ocultas de su cuerpo, que
nos ocupa a la hora de hablar de ella.
Presiento que se
esfuerza por no llamar la atención pero su cuerpo por si solo lo hace por ella,
para ella debe ser muy difícil pasar desapercibida en situaciones sociales,
esconde ciertas partes de su cuerpo, pero en cambio otras muy llamativas la
delatan de inmediato, quiere que la gente ni perciba su presencia, pero
cualquiera puede disfrutar de su presencia mientras aprecia la blancura de su
piel, la melena castaña y bien preservada. Ella deja que la gente resalte los
atributos cautivadores de su cuerpo, cuando no que un osado se atreva a
piropearla con un disparate, pero sus verdaderas intenciones ¿quién las conoce?
Quizás andar así tan
suelta de cuerpo y a la vez tan oculta detrás de un velo y unos guantes la hace
sentir diferente. Y yo me pregunto ¿por cuánto tiempo más quiere sentirse
diferente? Esta manera de dejarse llevar por experiencias demasiado extremas
algún día tendrán un resultado adverso y negativo para ella, si es que no lo ha
hecho ya, y entonces habrá deseado que su rostro cualquiera sea su aspecto y
sus manos en el estado en el que se encuentren, sean los que hayan sido vistos
y no el resto de su humanidad.
La gente hoy la mira
físicamente atractiva a pesar de su ocultamiento, pero será esa misma gente quien,
carcomida por su curiosidad la juzgue y la menosprecie un día. Y entonces, ya
no querrá solo cubrir esas simples partes de tu cuerpo, sino que sentirá las
ganas de cubrir todo su cuerpo: de atardeceres de invierno, de sombras otoñales,
de mantos más oscuros que las noches sin luna y de todas las oscuridades y
melancolías que cubren las tumbas del cementerio.
DE LA SERIE: LOS RELATOS DE GUALDO
De: Luis c. Torrico
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