DE LA SERIE: LOS RELATOS DE ELEONORA
De: Luis c. Torrico
Compartir una habitación a oscuras es un
fraude, sobre todo porque mi cuerpo no encuentra tus manos. El fraude del
tesoro prometido jamás encontrado, no vale la pena. Solo quiero irme a casa y
dormirme agarrada de mi perro, aquel que se ha robado todos los peluches solo
por darles un jodido mordisco. En mi cama si me puedo sentir una ramera
exótica, cubierta del pecho por mi peludo perro. Pero así duerma con el perro,
en mis sueños estas tú apareciéndote en la oscuridad, apretándome en tus
brazos, robándome el aliento, matando mi resucitada soledad, marchitando mi individualidad,
y por eso te odio. Si tuviera que expresarte mi rechazo te ignoraría, pero no
puedo.
Cuando estoy a solas con alguien, cierro mis
ojos, y cuando siento que al fin lo he logrado, no puedo, porque mi cuerpo sigue
buscando tus manos. Entonces tengo que huir de esas manos que me tocan y salir
huyendo. Te odio.
Debiste de cruzar la puerta, cruzar los
límites, pero no pudiste. Cobrar la forma de una fiera y arrancarme más que las
vestiduras el alma, pero no pudiste. Debiste jugar conmigo, yo hubiera gritado
como una niña, pero no pudiste o no quisiste. Hoy te odio con la convicción que
mi inocencia no quiso tener entonces. Y para terminar con ese secreto que no
pude contarle jamás a mi terapeuta, hoy tengo la fuerza para contárselo a todo
el mundo.
No pudiste o no quisite... Se pierden muchas cosas por no poder, pero se pierde todo por no querer...
ResponderEliminar