DE LA
SERIE: LOS RELATOS DE ELEONORA
De: Luis c. Torrico
Voy camino a casa, estoy desnuda, es pleno invierno. Se me
endurecen los pelos que hasta hace poco estaban húmedos y llenos de secreciones
blancas. Repito, estoy desnuda.
Estaba en el cine viendo una porno sin argumento, ahí estaba
más a gusto, estaba sudorosa y acalorada, no como ahora que siento las mejillas
congeladas, así como mis nalgas. Repito, estoy desnuda.
Me gusta sentir el viento entre mis piernas, pero detesto el
viento helado, mis entrepiernas se endurecen y mis pasos se traban, parece que
la sangre se bloqueara y la piel de mis muslos se pone rosada y se quiere
endurecer. Repito, estoy desnuda.
No entiendo porque todos a mí alrededor prefieren mirarme
mientras estoy pasando y no ir mejor al cine porno, no soy hermosa y la calle
por la que paso está sucia. Pienso en la posibilidad de que haya menos
aberturas y curvas en mi cuerpo pero eso no es posible, quizá si habría menos
curvas y aberturas en mi cuerpo me mirarían menos y repito, estoy desnuda.
Aquel niño travieso está viendo las ranuras de mi cuerpo
como si fueran su alcancía, y está ya buscando dentro de su pantalón,
seguramente algo de valor que pueda introducir en las ranuras de mi cuerpo.
Repito, estoy desnuda.
Sí, estoy dispuesta a mostrar, pero si no te gusta tanto el
pelo mejor retírame los ojos de encima, porque, si lo que te gusta son nalgas
perfectas y senos voluminosos te equivocaste, soy solo una mujer como cualquier
otra.
Me gustaría participar en un medio pornográfico más
participativo. -¿Te desnudas conmigo?
Con ganas de escapar, hacía ningún lado...
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