DE LA SERIE: LOS RELATOS DE
ELEONORA
De: Luis c. Torrico
Un anime es visto por alguien en
mi habitación y se masturba, ese alguien soy yo. Hoy es un día disfuncional
como cualquier otro, no funcionamos correctamente como deberíamos de hacerlo,
en este preciso instante deberíamos de estar en alguna universidad o escuela
estudiando, pero eso no nos funciona. Para mí las 9 es demasiado temprano y he
dejado un montón de escritos a medias para poder masturbarme. Y si he elegido
hacerlo con anime es por pura moda y no por gusto; pero alguien debería de
inventar ya, un anime con el que pueda interactuar directamente y tener sexo,
porque finalmente ¿cuál es el propósito del anime?
Como estoy despierta desde la
madrugada, he estado hablando por teléfono con algún anónimo deprimido que
quiso violarme por teléfono y de deprimido quiso pasar a acosador, pero le
corte de inmediato, y no porque me estaba acosando sino porque me estaba
cansando, es decir, si estar deprimido es absurdo más lo es estar deprimido y
excitado al mismo tiempo.
Luego, me aburrí viendo
cachivaches en los telediarios de la mañana y lo deje para pasar a hacer unos
cuantos escritos, ninguno de ellos los he terminado y no creo que pueda hacerlo
porque, ya saben, he encontrado algo más interesante y excitante para hacer,
que es masturbarme.
Si tuviera mi propio anime en
este momento sería de este modo:
Me acuesto con una cibernética
millonaria con la que no uso preservativo, será porque las dos no tenemos
miembro. Cada uno de nuestros secretos encuentros se lleva a cabo en un
cibercafé que ella conveniente a preparado para la ocasión, le gusta exponer
nuestros sexos en pantallas de plasma excesivamente grandes, nuestro senos en
cambio se exponen cada uno por separado mediante cámaras acondicionadas a cada
costado de nuestros cuerpos, mientras que para el momento culminante usamos una
sola cámara, pero de esas de alta definición y con lente de extensión para una
resolución profunda.
Y para que nuestros gemidos se
escuchen en sonido dolby digital HD Sourround se han conectado fabulosos
micrófonos por todas partes; como sea, comenzamos a navegar por nuestros cuerpos.
Simulando su mano tengo que meter artefactos en mi zona íntima, porque a ella
le gusta mucho el cibermanoseo, mientras ella ve al detalle mi zona íntima en
una de las pantallas de la sala de cine que tiene en su mansión a la cual llama
cibercafé, va operando y manipulando a distancia aquel artefacto que hace de mi
intimidad su centro de observación.
Mi intimidad en su pantalla ha
pasado a ser un archivo en HD. Mientras que el artefacto ha pasado a ser un
componente que se ensambla a mi sexo para cumplir una función orgiástica, y así
ella desde donde se encuentra me va produciendo tele-orgasmos que escucha,
siente, ve y registra por sus pantallas y sus equipos de sonido altamente
tecnológicos.
Los besos y lamidas salen de
control y no saben a húmeda boca sino que salen más bien a plástico y aluminio, teniendo sexo así me
siento más un artefacto que una humana, pero así debe de ser el cibersexo de
última generación.
Definitivamente esta es la forma
más indigna y absurda de tener sexo, pobres los que en su momento tuvieron y
aún tienen que conformarse a tener sexo bajo sofisticados artefactos
tecnológicos, debieron sentirse marionetas o títeres.
Como sea a esta hora solo he
sentido la necesidad de certificar y dejar por escrito que es lo que estaba
haciendo, solo para justificar ante mi misma más tarde en que he perdido el
tiempo. Ahora apagaré el anime porque ya no lo necesito, dejaré este papel y el
bolígrafo para seguir haciendo lo que mejor se hacer este día, que ustedes ya
saben que es.
No hay comentarios:
Publicar un comentario