DE LA SERIE: LOS RELATOS DE
ELEONORA
De: Luis c. Torrico
No existe mejor ni peor lugar para llorar que un baño, no hay lugar más
solitario y más frío para hacerlo, sentarse en el retrete y empezar a soltar
las lágrimas, a veces pausadamente y con resignación, otras inconsolablemente soltando
entre sollozos verdaderos gritos de dolor, con toda la rabia que ya no se
aguanta de seguir guardando tras tanta desilusión. El momento más amargo es
cuando se quiere acabar con la vida, hay quienes pasan y sobreviven a ese momento,
hay quienes no lo hacen; de todas maneras no puede haber momento más crítico
que encontrar un cadáver en el baño. A muchos les parecerá repugnante y cobarde
lo que digo, pero es lo que pasa y en esos momentos no están los que repugnan,
los que te acusan de cobarde, en ese momento ¿dónde mierda están para sacarte
de ahí? Porque no hay mayor cobardía que juzgar lo que no se puede impedir.
El tiempo ha pasado mientras llorabas en un baño, has llorado sin
vergüenza porque lo hacías en privado, las paredes del baño eran tu celoso
resguardo, las paredes del baño guardaran en secreto y para siempre cada una de
tus lagrimas por todas las veces que hayas ido a llorar encima de su retrete o
en el piso, esas cuatro paredes han
escuchado tu llanto, tu sollozo y tus gritos, han soportado los golpes de puño
que has dado desfogando tu rabia y ¿has tenido la delicadeza de agradecer todos
esos momentos de confidencialidad que te ha brindado el baño para llorar?
Un sinfín de veces te has encerrado en el baño, has mirado al piso sin
decir una sola palabra y sin pedir permiso te has puesto a llorar sin que nadie
te lo impida, sin que nadie te eche o reproche, en la soledad del baño has
encontrado consuelo para tu sufrimiento, has sabido hundirte en el dolor y
exclamar, gimotear, gritar, jalar tus cabellos, dar golpes de dolor, patear,
chillar, maldecir, escupir y quizá hasta vomitar, para luego tirarte al piso
perdiendo todo tu valor, sin un poco de amor propio, sin importarte nada en lo
absoluto, solo abandonarte en el piso del baño en posición fetal con la cabeza
apoyada en tus manos, el frío del baño y su silencio sepulcral.
Por tal motivo deberías tener respeto por el baño, porque es lugar de
culto y recogimiento para el dolor.
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