miércoles, 1 de julio de 2015

PREGUNTÁNDOME SI ME INTERESA CAER Y MORIRME

DE LA SERIE: LOS RELATOS DE ELEONORA
De: Luis c. Torrico


Diminuta y tranquila, meciéndome entre el humo, preguntándome si me interesa caer y morirme. Precipitarme desde el humo de ese cigarrillo y que mi resto sea cubierto después por la colilla aun incandescente de aquel cigarro que ya se termina.

Si hubiera tomado mis analgésicos a las dos de la mañana, a esta hora no estaría cayendo en este precipicio. Le pido al vaso beber de su vino, le pido con estos labios sedientos. Me siento seca hasta la vejiga, quiero sentir algo, sentir que mi vientre está lleno y que mis entrañas están nadando en alcohol. Quiero sentirlo hasta perder el sentido.

Y luego despertar en este mismo asiento, con esta misma cara reflejada en el sucio espejo que oculta mis lagañas, sentirme floja, demostrar mi insolencia, sentirme puta y miserable. Quiero recordar cómo se juega “combate mortal” en el rostro de alguien, mejor si es fea para que así nadie lo note.

Pero luego pienso que sentiré la necesidad de huir y esconderme. Además sentiré la necesidad de tomar una pastilla y dormirme, necesito un buen rincón para hacerlo.  O mejor aún,  necesito una pistola y un encendedor antes de eso, un cigarro barato y una pañoleta que cubra lo suficiente mis ojos.

Hoy quiero quitarme mi desnudez apagando la luz, y decirle al silencio que un feo cuerpo se esconde en la oscuridad. Quiero dormirme abrazada de mis piernas como lo hacen los gatos y olvidarme del resto, porque el resto es inexistente en la oscuridad.

No soy drogodependiente, soy narcodependiente porque mi novio es un narcotraficante callejero. Dos de la mañana es mi hora favorita, tres ya no me gusta así que sigo durmiendo, seis de la mañana es la hora en que lo recuerdo y de siete en adelante son las horas de angustia; tiemblo, me encojo, lloro, mancho de rojo la sábana (al menos una vez al mes), luego sigo tirada en la cama, pierdo el hambre, siento dolor, solo eso siento, luego me quiebro, sigo llorando, hasta quedar adormecida de dolor, con los ojos hinchados y fijos como de la lechuza.

La próxima vez quiero morir de aburrimiento mientras tenga sexo, quiero vestirme e irme mientras aun no haya acabado la relación, quiero escuchar gemidos convertidos en decepción mientras estoy cruzando la puerta escapando. Pero a pesar de eso, quiero continuar conociendo chicas y chicos que sienten que prostituyen su cuerpo mientras corrompen el mío.

Últimamente he estado consumiendo ciruelas para sentirme verdaderamente relajada, siento que expulso mis culpas, luego pienso que, tanta culpa junta es un espanto.  Caminar hacia el baño es como caminar hacia la nada, me produce mareo.

Siento sufrir calvicie cuando me miro al espejo del baño, es a falta de algo como el sueño o el exceso como resultado de los piojos; dios no es libre de mis excesos, dios me visita en el baño, es el único sitio donde lo siento bondadoso, dios me mira como si este fuera año bisiesto, yo lo miro con hambre y con sueño, sea un día más o un día menos.

Luego le enseño el dedo del medio al espejo, y salgo. Me como una ciruela más y le digo a mi estómago ¡no me hagas esto! El sábado es paralizante: al amanecer se llegan a paralizar los pezones a causa del frío, llega la mañana y los sexualmente activos se despiden, yo los veo salir yéndose hacia sus casas, por casualidad alguien olvida un suéter roto dejándolo caer en el camino, del suéter se desprende un perfume femenino aunque el suéter es masculino, entonces me digo: ese no es un descuido. El suéter roto queda aparcado en un rincón hasta que alguien lo levanta para ponerse a olerlo. Al mediodía del sábado llega el hambre a posarse en mi estómago, ahí se queda el resto del día, una hora más tarde busco un libro para ponerme a leer placenteramente en el sillón, encuentro el sillón menos el libro, no obstante, ahí me quedo hasta que la noche ciega todo, incluso lo que queda del sábado. En sábado comienza para mí la semana.

Al final, solo estoy tratando de paralizar el resto de mi vida, lo cual significa que estoy sola, y que tú lo entiendes quizá algunas veces. Quizá lo entiendas definitivamente cuando vuelvas a releer estas hojas.

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