DE LA
SERIE: LOS RELATOS DE ELEONORA
De: Luis c.
Torrico
La
literatura siempre es una huérfana, como yo, todos la abandonan mientras aman,
mientras tienen una hija, un hijo, o un amante, entonces todos abandonan a la
literatura. Como yo no tengo: ni hija, ni hijo, menos amante ando sola, como la
literatura.
Paso la
tarde sola, sigo el camino de unas viejas vías de tren, paso pisando la yerba
crecida entre los durmientes y los fierros, paso sintiendo el frío en mis
tobillos, el viento de invierno pasa moviendo la yerba, -demasiada vida para mí
sola.
Voy a
pasarme el resto de la tarde hasta que oscurezca, viendo la yerba crecida en
este viejo camino de ferrocarril, luego orinaré en algún rincón donde haya pasado
pisando la yerba y regresaré el mismo camino hasta llegar a casa.
A mi
llegada, lanzaré la puerta por mis espaldas, miraré de reojo a quien salga al
paso con cara de espanto, sin importarme quien sea pasaré de largo. Me iré
directo a mi habitación, sacaré el paquete de galletas duras del cajón de mi
escritorio, tomaré la última galleta y me la llevaré a la boca, a la vez que me
lanzaré a la cama, donde perderé el tiempo haciendo nada las ultimas largas
horas que le quedan a este día de mierda.
Y luego,
cuando el nuevo día haya comenzado y yo siga echada, unos irán a perder su
tiempo estudiando, otros irán al trabajo a fabricar dinero sólo para sentirse
menos mediocres. Mientras yo, (bueno por lo general eso no importa) pero yo
definitivamente me quedaré aquí haciendo nada.
Cuantas ganas de no hacer nada...
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