DE LA SERIE: LOS RELATOS DE ELEONORA
De: Luis c. Torrico
Residuo de facilidad. Observo a Paola sentarse
en la gradilla de concreto, con esa su faldita tan corta. Qué más da si junta
las rodillas para evitar que se le vea algo de en medio, si sus nalgas ya han
resistido el frío concreto. Redondas se hunden en la fría y dura superficie,
confidencial explosión de no sé qué en mi interior, que acaba en sonrisa
cómplice mirándola fijamente. “Las trae pegadas al duro concreto, afirma los
pies en el suelo y cierra los ojos rápidamente como un reflejo, pero a nadie le
importa eso, ni a mí, porque solo tú sientes como se contraen y resisten tus
nalgas al frío y a lo duro".
Seguro una corriente de frío ha cruzado sus
nalgas, y por eso ha tenido que cerrar los ojos como un interruptor que se
apaga y se enciende. "Aun así, no puedo imaginar el frío que sientes,
porque no puede haber cosa más fría que una gradilla de concreto a la sombra en
pleno invierno". Y no te estremeciste porque cientos de chicos juegan a tu
alrededor aprovechando el descanso de clases.
"El sol no
llegará a esa gradilla, y tus nalgas se entumecerán y cuando suene el timbre
para volver a clase; tendrás que levantarte y sentirás un escozor extraño en
tus nalgas, que se prolongará mientras vayas camino al salón de clases, porque
no podrás rascarte, y juntarás las nalgas en medio y caminarás como si no
tuvieras nalgas. Y habrás deseado nunca haber sentido la necesidad de sentarte
en aquella helada gradilla.
Sobre todo porque has
perdido tu calzón en una apuesta, una apuesta que perdiste con el novio que
compartimos".
Cuanta ligereza...
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