jueves, 9 de julio de 2015

LAS NALGAS A TODO LO QUE DAN

DE LA SERIE: LOS RELATOS DE ELEONORA
De: Luis c. Torrico

Residuo de facilidad. Observo a Paola sentarse en la gradilla de concreto, con esa su faldita tan corta. Qué más da si junta las rodillas para evitar que se le vea algo de en medio, si sus nalgas ya han resistido el frío concreto. Redondas se hunden en la fría y dura superficie, confidencial explosión de no sé qué en mi interior, que acaba en sonrisa cómplice mirándola fijamente. “Las trae pegadas al duro concreto, afirma los pies en el suelo y cierra los ojos rápidamente como un reflejo, pero a nadie le importa eso, ni a mí, porque solo tú sientes como se contraen y resisten tus nalgas al frío y a lo duro".

Seguro una corriente de frío ha cruzado sus nalgas, y por eso ha tenido que cerrar los ojos como un interruptor que se apaga y se enciende. "Aun así, no puedo imaginar el frío que sientes, porque no puede haber cosa más fría que una gradilla de concreto a la sombra en pleno invierno". Y no te estremeciste porque cientos de chicos juegan a tu alrededor aprovechando el descanso de clases.

"El sol no llegará a esa gradilla, y tus nalgas se entumecerán y cuando suene el timbre para volver a clase; tendrás que levantarte y sentirás un escozor extraño en tus nalgas, que se prolongará mientras vayas camino al salón de clases, porque no podrás rascarte, y juntarás las nalgas en medio y caminarás como si no tuvieras nalgas. Y habrás deseado nunca haber sentido la necesidad de sentarte en aquella helada gradilla.
Sobre todo porque has perdido tu calzón en una apuesta, una apuesta que perdiste con el novio que compartimos".


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