DE LA SERIE: LOS RELATOS DE ELEONORA
De: Luis c. Torrico
Su despedida me produce una gran tristeza, su
alejamiento me provoca nostalgia por todos los momentos transcurridos; quizá juntas
rasgueamos una guitarra, quizá simplemente raspamos un recipiente mientras
lavábamos los trastos en la cocina.
En su lugar queda una gran sensación de
ausencia. La recuerdo toda de blanco, o de negro; expresando nuestro
antagonismo, nuestras ganas de manifestarnos en contra de todo. Pero también la
recuerdo teñida de colores, oculta bajo formas y figuras que cambiaban por
completo su aspecto y el mío por supuesto, andar de colores nos daba una
apariencia mucho más amable que el negro, menos ñoño que el blanco, los colores
encima le daban a ella un brillo de alegría, como si anduviéramos de fiesta.
Los recuerdos son muchos, y ahora se van con su
caída, con esa su forma de despedirse de mi lado, tan unidas que habíamos sido,
ahora ya no la tengo al alcance de mi mano, o de mi dedo, pero la vida algún
día tenía que separarnos, y por eso le dedico esta despedida. Si ha llegado la
hora de su partida, pues que se vaya, ya vendrán otras como ella, ya crecerán otras
que me animen la vida, aunque quizá como ella lo fue no se volverá a repetir,
quizá fueron aquellos momentos los especiales y no ella, pero lo cierto es que
me tocó compartirlos junto a ella.
Es todo lo que diré, y ahora dejaré que se
marche, fue parte de mí y ahora ya no lo es más, es como esos amores fetiches
que llegan a la vida en circunstancias inexplicables y luego se van. ¡Ahora ya
márchate!, y dejas de ser aquí mi uña.
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